Los tres libros en posesión de Reimu, la sacerdotisa de Gensokyo, despertaron el alma coleccionista de Rinnosuke y planeó obtener esos libros mediante sus habilidades de negociación. Pero, en ese momento, la propietaria original de los libros aparece…
¡La conclusión del Capítulo 1, «La Sacerdotisa de Gensokyo y los Quince Fascinantes Volúmenes» comienza ahora!

«Gracias por esperar. Vaya, esta ropa es demasiado grande. Es difícil caminar con esto.»
Reimu expresó su disgusto mientras volvía. Bueno, al fin y al cabo es mi ropa así que no podía quedarle bien. Hay una significativa diferencia de tamaño entre nosotros dos, pero fue ella quien cogió mi ropa sin consultar.
«¿Oh? Si también está Marisa. ¿Qué haces en un sitio como este?»
«Eso debería decir yo. Acabo de llegar para ver si había alguna cosilla nueva, como buena cliente que soy.»
«Reimu, esto es una tienda. ¿Te importaría no tratarlo de «un lugar como este»?»
«Pero siempre que he venido jamás he visto un solo cliente. La ubicación tampoco es que sea la mejor.»
Empecé a leer el libro que estaba leyendo en cuanto Marisa me lo devolvió
«Pensaba que acababa de decir que soy un cliente». Reimu se dirigió a una de las alacenas, sacó una tetera y comenzó a prepararse té como si estuviera en su casa. Las dos hacen lo que quieren, como siempre. Ni siquiera se pueden considerar clientes.

Mientras echaba un vistazo a los libros de Reimu, pensé para mí mismo que lo mejor sería hacer como que no me he fijado en ellos para poder conseguirlos después.
«De todas formas, me encargaré de remendar tu ropa. Pero no creas que lo haré gratis, ¿entendido?»
Sin dirigirme la mirada, Reimu me preguntó, «¿Por qué?».
«¿Por qué? ¿Estás bromeando? Un negocio, como entenderás, requiere de clientes para pagar una compensación adecuada por los servicios prestados.»
«Eso ya lo sé. Pago a los tenderos cuando hago mis compras normales. Lo mismo ocurre con mi templo. Los deseos son garantizados a cambio de ofrecer donaciones.»
«¿Quieres decir que yo no soy «normal»?»
«No estás interesado en el dinero, ¿verdad?»
«¿Cuándo he dicho eso? No decidas esas cosas por ti misma.»
«Bueno, es que como nunca pides dinero.»
«¿Pero qué estás diciendo? Las facturas de todos tus pedidos y todo lo que te has llevado siguen estando a tu cuenta.»
Mientras ella servía el té en una taza, ella respondió.
«Eso es porque nunca llevo dinero cuando salgo. Pero eso no quiere decir que no tenga en casa.»
«Porque nadie dona en tu templo, ¿eh? Tal vez no garantice ningún deseo sin importar cuánto reces.»
«Oh, ya veo. Ahora que lo dices, ¿no estabas interesado en estos libros?»
Reimu dejó su taza de té, se sentó a mi lado y empezó a sacar los libros que muy pronto serían míos.
«… Reimu, esos libros no son suficientes para pagar tu deuda.»
«Parecían muy importantes para la youkai que exterminé. Seguro que valen algo.»
Marisa me miró con una expresión que decía «Ya te lo dije». Estaba a punto de soltar una risa por eso, pero me contuve.
«Bien, déjame que les eche un ojo… Hum, ya veo. Están bien hecho, pero parecen nuevos. Cuando se trata de estas cosas, las antigüedades son mucho más valiosas. Después de todo no tienen nada de especial. Probablemente serían algo que un youkai no ve muy a menudo, supongo que me los llevaré.»
«Entonces estos libros por mi deuda suena a un trato justo», dijo con una sonrisa satisfactoria.
Ella sigue sin escuchar a los demás y no entiende que cada cosa tiene un valor, un precio. Para ella, el dinero no es nada más que un poco de papel o metal. Sin embargo, debe de haberse dado cuenta de que quería esos libros. En cualquier caso…
«De acuerdo entonces. Aceptaré esos tres libros.»
«¿Uh? ¿Los tres?»
«Uno por remendar tus ropas. Otro por el alquiler del atuendo que llevas ahora mismo. Y el último por…»
«Eh, espera un segundo. ¿Y qué hay de la deuda?»
«Oye, ¿exactamente cuánto piensas que debes? No es demasiado, pero no puedes cubrirlo todo con tan solo esos libros.»
Era la verdad. Reimu se lleva las cosas de la tienda y me pide el mantenimiento de su ropa y sus herramientas. Incluso estuve preparando su gohei1.
«Uh, no queda más remedio. Está bien, lo que quede de la deuda seguirá pendiente.»
Miré a través de la ventana. Es cierto, desde esta mañana tenía un mal presentimiento.
«Además, ¡el último libro será por las reparaciones de la puerta!»
Pon, pon. ¡Bam!
El sonido de la puerta de la tienda abriéndose violentamente retumbó con fuerza. No valía la pena tanto alboroto por un libro…
«¡Sé que la chica de rojo está aquí! ¡Se ha llevado mis libros!»
En la puerta permanecía una pequeña niña furiosa, o al menos eso parecía. Su ropa estaba hecha jirones, debía de ser ella a quien Reimu se refería sobre haber exterminado a alguien recientemente.

«Cielos, eres persistente. ¡Ya te he derrotado así que sé una buena youkai y vuelve a tu bosque!»
«¿Eh? No estás de rojo.»
«Hoy voy de azul.»
«¡Sólo devuélveme mis libros!»
«Por mucho que me lo digas, ya no puedo hacer nada. No los tengo, déjalo.»
«Qué cruel… ¿¡Y dónde se supone que están!?»
Ahora son míos, y por supuesto, no tengo intención de devolverlos. No puedo hacer nada por ellas. Las chicas me dijeron que «Es asombroso que haya sido capaz de vivir así durante tanto tiempo», pero yo creo que es algo normal, después de todo he vivido «varias veces» el tiempo que llevan ellas viviendo. Le eché a Reimu una mirada acusadora.
«… ¡Ey, Marisa! Pareces muy aburrida.»
«¿Uh? ¿Qué de qué? Tú te lo guisas, tú te lo comes. A mí no me metas.»
«No puedo moverme bien con estas ropas. No es una gran oponente, puedes encargarte de ella, Marisa… Pero ten cuidado con los ataques por la espalda.»
«¿Me estás diciendo que ese youkai tiene que desquitarse conmigo? Caray, Reimu…»
Marisa saltó de la vasija y se dirigió hacia la niña con un aparente buen humor.
«Ponlo en mi cuenta.»
Por supuesto, nunca he visto a Reimu darle dinero a Marisa.
«Aquí estoy. La de rojo se rinde. Su madre toma el relevo.»
«… ¿Cómo que eres su madre? ¡Es imposible!»
«Ella es adoptada.»
Reimu volvió a su asiento y comenzó a tomar té.
«Si vais a luchar, salid fuera de la tienda. Como rompáis algo saldrá de vuestro bolsillo.»
Marisa dijo «Sí, sí, lo sé» y empujó al youkai al exterior.
«De todas formas, Kourin, me alegro de que tengas tus quince volúmenes.»
Sorprendido, miré a Marisa. No recuerdo haberle dicho nada de que era un set de quince volúmenes.
«¿Por qué dices que son quince?»
Marisa me lanzó el libro que estaba sujetando.
«Mira en la parte de atrás.»
Giré el libro y lo abrí por la contraportada. Con letra pequeña estaba impreso «Set de 15 Volúmenes».
Está nevando afuera. Si no reparo la puerta pronto, va a ser muy incómodo estar aquí.
«En serio, Reimu. Cada vez que vienes nunca pasa nada bueno.»
«La tienda en sí misma no tiene nada bueno. Toma, un poco de té.»
Me senté junto a ella y tomé el té. Tenía un aroma extremadamente placentero.
«Ah, este té. Usaste las hojas de la estantería de atrás, ¿cierto?»
Y yo que pensaba que era té del que Reimu había comprado.
«Era el que mejor olor tenía.»
«Era mi alijo del mejor té que tengo. Lo estaba reservando para una ocasión especial…»
«Oh, ¿es que habrá una mejor ocasión que esta?»
Reimu estaba completamente relajada y alegre. El sonido de la diversión y las risas de Marisa y los llantos de su oponente youkai se oían de fondo.
Esto es lo normal. No considero estos días como algo especial.
«Rinnosuke, no vas a vender esos libros, ¿verdad? Tu mercancía no ha cambiado en absoluto.»
La mayoría de los artículos que poseo forman parte de mi colección. Ciertamente no las dejaría ir tan fácilmente.
«No, no todo es mercancía.»
… Quizás no esté hecho para ser un mercader.
FIN DEL CAPÍTULO 1
Notas de traducción
- El gohei es una herramienta usada por las sacerdotisas sintoístas para bendecir, purificar o exorcizar youkais y espíritus malvados. Es una varita de madera del que cuelgan dos serpentinas de papel llamadas shide. Esta es el arma predilecta de Reimu junto con sus dos orbes Yin-Yang.
Nota adicional. Aunque jamás se le dio un nombre oficial, la youkai que aparece en este capítulo recibió por parte de los fans el nombre de Tokiko, que significa «Chica pájaro».