El Hornillo Kirisame (Primera parte)

Era un día lluvioso en Gensokyo. Marisa entró al Kourindou en condición de cliente, lo cual era realmente inusual. Su petición fue que Rinnosuke reparase su Mini-Hakkero. Confesó que le tenía mucho cariño y no quería que se volviese a estropear. Y para colmo, hizo otra petición muy sorprendente… ¡Aquí está la primera parte de este capítulo sobre un valioso metal, una historia original basada en la serie de Touhou!

Descendí por un sombrío sendero apenas visible. Mi ropa pesaba el doble de lo habitual. Es lo que pasa cuando tienes la ropa empapada.

La espesa maleza de este bosque apenas deja pasar la lluvia o los rayos del sol. Aquí no hay mucha diferencia entre un día soleado y uno lluvioso. Ni siquiera se podría distinguir entre el día y la noche… Me encanta esta sensación de aislamiento.

Pero está claro que es un incordio caminar cuando tienes la falda tan pesada. Noto la aspereza de cierto objeto que llevo y me paro a contemplarlo. Ahora que lo pienso, ¿no llovía también el día en que lo obtuve?

Él ha estado a cargo de la tienda desde que tengo memoria. No me gusta pensar en el pasado pero, bueno, aún tengo algunos agradables recuerdos en la penumbra del interior de la tienda. Allí no existía ni el día ni la noche, ni los humanos ni los youkais, así era ese lugar. Era realmente acogedor, pero había una cosa que no soportaba.

Probablemente tendría algún vínculo con mi familia, pero era demasiado estricto conmigo. Él ya era un aprendiz para la familia Kirisame antes de que yo naciera. Por lo visto se quejaba de que por culpa de nuestros negocios ordinarios y la clientela humana no podía sacarle partido a su «habilidad», y se sentía reprimido. Su habilidad es… Bueno, no es más que una habilidad corriente incapaz de matar o revivir a nadie. Hace poco estuvo diciendo cosas como «Esto es una estufa» y le daba usos muy raros. De todas formas, desde hace un tiempo ha estado manteniendo las distancias conmigo, incluso cuando ya le he dicho que no voy a volver a vivir con mi familia.

En ese momento vi a un hada sentándose sobre una seta enorme. Este tipo de seta es capaz de animar a la gente al consumirla, tomaré un poco para recuperarme de la fatiga. Él siempre ha sido un apático antisocial, debería llevarle un poco de regalo.

Las setas de este bosque crecen en un parpadeo y siempre en lugares distintos. Prácticamente aparecen de la nada y se desvanecen igual de rápido. Parece como si el propio bosque estuviera vivo, está en un constante cambio. Pero hay cosas que cambian incluso más rápido que este bosque. Como los humanos. Los humanos son tan volubles.

Pero él, él no ha cambiado ni una pizca en todo este tiempo, ni en su aspecto ni en su metalidad. Hasta donde recuerdo, él ya regentaba la tienda así que no tengo ni idea de en qué momento transcurrió esa etapa en la que era un aprendiz. Es más, ¿cuántos años se supone que tiene?

Hay humanos que desafían la gravedad, los hay que son capaces de detener el tiempo. ¿Pero que se pueda conservar la apariencia física y mental? Debe de ser lo único que un humano es incapaz de lograr. Tío, qué envidia me da.
Fue entonces cuando me di cuenta de que había recogido demasiados hongos y el hada no parecía muy contenta. No creo que pueda llevarme todo esto, pero sería una lástima tener que dejarlos, así que cogí un puñado de setas y las metí en mi sombrero. Eran algo pegajosas, daba un poco de asco. Buff, sería incapaz de deshacerme de estas delicias. A veces me sorprendo de mí misma.

Es como cuando vivía con mis padres. Durante una de sus raras visitas a mi casa trajo algún tipo de metal y estuvo discutiendo sobre algo con mi padre. Era demasiado joven y, aunque intenté escuchar todo lo que pude, solo pude oír algo acerca de «hihiirokane1» (mineral carmín) y un «metal raro». Después de escuchar la conversación despertó mi curiosidad y empecé a reunir todo lo que estuviese hecho de metal, desde herramientas de hierro y varillas de metal hasta piezas de chatarra. Al final fue una pérdida de tiempo, pero desde que me fui de la casa de mis padres todos los objetos de metal -bueno, más bien basura- que reuní siguen estando en mi casa actual. Podría sacarlos de casa sin más, pero no podría tirar mi montón de chatarra. Es asombroso.

Mientras recordaba esas cosas tan innecesarias alcancé a ver mi destino. El kanji 霖 «Rin» se debe a las frecuentes lluvias del bosque cercano a la tienda, el Bosque de la Magia. Sí, a su propietario se le ocurren nombres así de originales. El 香 «Kou» significa incienso y está relacionado con el incienso de los dioses, mientras que el 堂 «Dou» significa básicamente templo. «Kourindou», el Templo de la Lluvia Aromática. Cielos, cómo le gusta a este tipo los nombrecitos. Esta diminuta y destartalada tienda es el templo situado en el límite entre los humanos y los youkais, entre la lluvia y el bosque. Es decir, ¿se supone que esto es el corazón de Gensokyo?

Hoy está diluviando, y en los días lluviosos como este lo único que se puede hacer es coger una lámpara y empezar a leer un libro.

Toc, toc. ¡Bam!

«¡Ey, Corazón de Gensokyo! Ya sé que es muy repentino, pero pásame algo para secarme.»

Vi un oscuro y húmedo bulto. Claro, la única que podría interrumpir mi placentera lectura no era otra que la misma de siempre.

«¿A qué te refieres con ‘corazón’, Marisa? Oh… estás empapada. Anda, toma esta toalla y sécate un poco.»

«Oh, muchas gracias y eso. A todo esto, ¿qué haces leyendo? No sé si te has pispado, pero está lloviendo. ¿No dices siempre que ‘Los únicos días para leer son los soleados’?»

“Lo que digo es que los días soleados son los únicos en los que puedes leer un libro con la luz de fuera.»

“Ah, sí. Te he traído una cosilla. Come un poco y anima esa cara.»

Marisa me extendió su sombrero mientras se secaba el cuerpo. Dentro había un montón de setas.

«¿Quieres que me coma estas cosas tan sospechosas? Bueno, conociéndote seguramente estarán buenas…»

“Hazte con ellas una rica sopa de setas. Te devuelvo la toalla.»

“¡Ey, aún no te has secado del todo! Si te sientas con la ropa mojada vas a estropear mi mercancía.»

“Ahora es cuando deberías preocuparte por que coja un resfriado. Es igual, tengo un trabajito para ti. ¿A que no te esperabas esa, eh?»

Cuando tú mismo admites que no sueles venir como cliente no tengo nada más que añadir. Marisa dijo «Quiero que me arregles esto» y tiró algo parecido a un inciensario octogonal quemado por los bordes. Aunque estaba desgastado por todas partes, lo que más destacaba era lo oxidado que estaba.

«Ahh… Qué recuerdos. ¿Todavía sigues usando este Mini-Hakkero?»

“Abuso de él siempre que puedo. Solo es que se ha oxidado un pelín.»

Ese Mini-Hakkero es un objeto mágico que fabriqué cuando Marisa abandonó la casa de sus padres. A pesar de ser tan pequeño tiene una potencia extraordinaria. Es capaz de reducir una montaña a cenizas. Y con un poco de imaginación podría usarse por ejemplo como radiador, para los experimentos o para el combate.

«Buf, no podría vivir sin él.»

“Ya veo. Para un orfebre es un orgullo oír esas cosas.»

“Por eso mismo quiero que lo modifiques para que jamás se vuelva a oxidar. Ah, y haz el reactor de hihiirokane.»

Escuchar una palabra tan extraña como esa me hizo olvidar por un instante que estaba hablando con Marisa e, inconscientemente, adopté un tono más profesional.

«Por desgracia no trabajo con ese material.»

“Oh, venga ya, Kourin. Se te da fatal mentir. Como muchas otras cosas.»

“Humf, por eso odio mentir. Está bien, sí que tengo. Pero no creo que sepas mucho sobre el hihiirokane.»

“Ponme a prueba. Es algo muy guay, ¿verdad?»

“Humm… El hihiirokane es un metal increíblemente raro. Sin embargo, podría usar lo poco que tengo.»

“Te lo agradecería.»

El hihiirokane es un metal inoxidable. Como sus propiedades no varían por el medio ambiente, es ideal para fabricar objetos mágicos poderosos con él. Pero como dije, modificar su Mini-Hakkero agotaría mis suministros de este mineral tan preciado. ¿Qué debería hacer?

Mientras reflexionaba, caí en algo extraño que dijo Marisa. Esta podría ser mi oportunidad de hacer un buen negocio desde hace mucho tiempo.
«De acuerdo. Ya que fui yo quien hizo este magnífico artefacto, seré yo quien lo repare.»

“¿En serio? ¡Eso sería estupendo!»

“Sin embargo, quiero pedirte algo a cambio.»

Como ya he dicho en alguna ocasión, cuando aceptas un trabajo es natural pedir algo a cambio. Pero en el caso de Marisa, mis condiciones podrían considerarse mucho más simples que pagar con dinero o con setas.

Continuará…

Notas de traducción

  1. El hihiirokane es un mineral ficticio de color carmín mencionado en numerosas ocasiones en los videojuegos. Se podría comparar al oricalco y, muchas veces, es traducido así.
    Nota adicional. El título original de este capítulo es 霧雨の火炉 (Kirisame no Hiro). La traducción literal sería «El hornillo de la llovizna», esto es un juego de palabras que se ha estado usando repetidamente a lo largo del capítulo. Kirisame significa «llovizna» y también es el apellido de Marisa. Cada vez que se mencionó la palabra «lluvia» o similar se habían empleado dichos kanjis. Por esta razón he decidido traducir el título como «El Hornillo Kirisame», haciendo referencia tanto a la llovizna como al apellido de Marisa.

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